La comunidad Amish: un increíble viaje al pasado

Los Amish son un grupo cultural, étnico y religioso celoso de sus costumbres y tradiciones, prácticamente hermético a las innovaciones y avances de hoy, los Amish viven atrapados en el pasado, aferrados a su fe y alejados de las tentaciones del mundo actual, en constante lucha contra las presiones de la modernidad. Con un estilo de vida modesto, sencillo, rural, tradicional y anclado en una interpretación estricta de las Sagradas Escrituras, los Amish han variado poco su forma de entender la vida desde el siglo XVII, aferrándose a unas tradiciones y a una forma de vida que arrancan del centro de Europa, de donde este grupo étnico, cultural y religioso es originario. Su vestimenta, sus costumbres, sus normas y sus prácticas religiosas sorprenden en pleno siglo XXI, en un Mundo globalizado, tecnológico y en el que la prisa y la inmediatez de nuestro estilo de vida chocan frontalmente con unas comunidades Amish que, allá donde se encuentran, constituyen todo un atractivo turístico, un viaje a un pasado de hace siglos.

Los Amish rondan las 250.000 personas agrupadas en unas 22 comunidades repartidas en EE.UU. y Canadá, como legado de los primeros colonos de Norteamérica que procedían del centro de Europa, fundamentalmente de Alemania, Holanda y Suiza. Integrados en el grupo religioso de los menonitas, los primeros Amish que llegaron al Continente americano lo hiceron huyendo de la persecución católica y protestante de la que eran objeto en Europa durante los siglos XVI y XVII, optaron por aislarse de la violencia y los vicios que conllevaba la modernidad y continuar viviendo como lo habían hecho desde hacía siglos, aferrados a sus creencias bíblicas, aplicadas hasta límites insospechados, aferrándose al pasado, las costumbres y tradiciones, y en contra del progreso.

Como consecuencia de su aislamiento secular, los Amish siguen conservando sus raíces europeas en su lengua, hablando un dialecto conocido como “Deitsch” (“alemán de Pensilvania”), “Swiss” (“suizo”) o “Dutch” (“holandés”), según sus antepasados procedieran de Alemania, Suiza u Holanda, respectivamente. Sólo los “Beachy Amish” (los Amish de la generación de los años 60) suelen hablar el inglés entre ellos, tal vez una de las pocas concesiones que han hecho al mundo que los rodea y del que viven aislados.

Regidos por la “Ordnung” o “reglas de la comunidad”, los Amish difieren en esas normas según la comunidad de que se trate, siendo que lo que puede estar permitido en una no lo esté en otra y viceversa, pero siempre caracterizándose, en términos generales, por una estricta interpretación del Nuevo Testamento que se extiende a todos los aspectos de la vida comunitaria y personal, destacando la prohibición del uso de la electricidad y las nuevas tecnologías, así como los estrictas reglas a la hora de vestir y la prohibición de aceptar ayudas del Gobierno de cualquier tipo, así como, desde luego, la regla de oro de la no violencia. Aquellos miembros que no aceptan estos principios y que no pueden ser convencidos de arrepentirse, son excomulgados y rechazados.

Sin embargo, como hemos indicado, la “Ordnung” de cada comunidad Amish es variable al no existir una jerarquía religiosa que unifique las normas de conducta de forma abosluta. Así, cada comunidad Amish es la que elabora y aprueba sus propias normas, siendo posible que en los casos en que resulte absolutamente indispensable para la vida de la comunidad se acepte la introducción de alguna tecnología en la comunidad para casos específicos, pero siempre evitando el contacto con el exterior, de modo que, por ejemplo, cuando es indispensable, los Amish producen su propia electricidad sin conectarse a la red eléctrica y sólo para satisfacer una necesidad específica.

En cualquier caso, y a pesar de las diferencias y flexibilidad entre comunidades, la rigidez y la radicalidad en la interpretación de la Biblia en comparación con la sociedad moderna es lo que caracteriza a todas las comunidades Amish, celosas de su intimidad y siempre temerosas de las influencias externas, basándose para ello en las Escrituras: evitando el “amor del mundo o de las cosas que viven en él” (1 Juan 2:15); y la creencia que “la amistad con el mundo los enemista con Dios” (Santiago 4:4). Una concepción de la vida y de la religión que choca con la sociedad moderna que los rodea, lo cual, no pocas veces, les ha generado conflictos con las autoridades locales en las que se asientan las comunidades, ya que, a pesar de no usar la mayoría de los servicios públicos, han de pagar impuestos, salvo la Seguridad Social de cuyo pago están exentos.

La gran mayoría de las comunidades Amish se encuentran en los EE.UU, destacando el Condado de Lancaster en Pensilvania, también llamado por esta razón el “Condado Amish“. Quizás las comunidades Amish de este Condado sean de las más abiertas, de ahí que presenten una relativa interacción con la comunidad local, incluso con el turismo. Así, existen en el Condado de Lancaster numerosas tiendas que venden souvenirs Amish, regentadas por comerciantes locales no Amish que venden artesanías que a su vez han comprado a los Amish, destacando en este punto las localidades de Intercourse y Bird in Hand, donde se concentran el mayor número de este tipo de tiendas.

Quizás los Amish nos resulten extraños, curiosos y hasta amenazadores con sus vestimentas oscuras y sus estrictas normas religiosas. Quizás los Amish nos resulten desfasados, testigos vivientes de un tiempo ya pasado hace siglos, hasta el punto de que algunos considerarían que deberían integrarse en la sociedad actual.

Sin embargo, lo cierto es que nadie está obligado a permanecer en las comunidades Amish, pudiendo abandonarlas cuando quieran (de hecho en la “rumspringa” o adolescencia, a los jóvenes Amish se les permite decidir si quieren vivir en el mundo exterior, abandonando su religion y su comunidad, o bautizarse y adoptar para siempre el estilo de vida Amish, para lo cual se les permite incluso salir de su comunidad y vivir un tiempo en el exterior para que tomen esa decisión).

Es una opción de vida que atesora valores que ya se han perdido en los tiempos que corren, valores como el pacifismo, la no violencia, la solidaridad entre los miembros de la comunidad, el compartir los bienes materiales, el considerar que sólo se ha de tener aquello que va a ser de utilidad para la comunidad, Unos valores que muchos reclaman en nuestros días pero que pocos estarían dispuestos a aplicar en la práctica como hacen los Amish.

Agricultores expertos, ganaderos excepcionales sin recurrir a las nuevas tecnologías, fieles a sus tradiciones y creencias, hermanos de sus vecinos y solidarios con el miembro de su comunidad que necesita auxilio, corriendo todos como uno como por ejemplo para reconstruir un granero que se ha quemado o recoger una cosecha, … Los Amish son el testimonio vivo de un pasado que la sociedad moderna dejó atrás, de un tiempo lleno de valores en los que la convivencia y la solidaridad eran el primero. Si viajas a la costa este de los EE.UU. no pierdas la oportunidad de hacer un viaje al pasado acercándote a una comunidad Amish; a lo mejor decides dejarlo todo y quedarte a vivir en ese idílico pasado.

Foto: flickr.com | louisepalanker
Fuente(s): viajeahorro.com

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