La creencia es antigua: la letra de los médicos es ilegible. O bien nacen con un gen que predispone a ser médico y escribir mal, o bien se trata de una asignatura que se les enseña en conciliábulos a los que solo asisten los que se han licenciado. Esta apreciación, que puede sonar a guasa y de la que habitualmente nos reímos, puede no serlo tanto.
El Instituto de Medicina de EEUU estimó en 7000 las muertes anuales causadas por recetas escritas chapuceramente por médicos, y es posible que en torno a 1,5 millones de recetas en EEUU sean mal interpretadas por esta misma razón. Tanto es así que en 1999 un jurado de Texas condenó a un cardiólogo a pagar una multa de 225000 dólares por la muerte de un paciente al que recetó un fármaco para el dolor de corazón (Isordil) y que el farmacéutico que expidió el fármaco interpretó como un fármaco utilizado para tratar la presión alta (Plendil). Finalmente también se condenó con la misma pena al farmacéutico que vendió el fármaco al paciente.
Pero antes de asumir la afirmación deberíamos preguntarnos: ¿es objetivamente peor la letra de los médicos que la del resto de bípedos implumes? Algunos trabajos (malillos, eso sí) han estudiado esta idea. Dos trabajos publicados en la revista BMJ mostraron resultados opuestos. En uno de ellos, posiblemente mejor diseñado, se pedía a varios médicos y no-médicos que escribiesen una frase (Quality improvement is the best thing since sliced bread) tan rápido como pudiesen, para que la situación se asemejase a las condiciones normales en una consulta diaria.
Cuatro individuos se encargaron de clasificar la letra de los distintos papelitos que escribieron los participantes empleando una escala de A a D, donde A era ilegible y D excelente. El resultado fue que los médicos no escribían peor que los no-médicos.
En otro artículo diseñado por autores españoles se empleó este mismo procedimiento pero en este caso se examinaron las notas sobre los casos de pacientes que se encontraban hospitalizados. Se comparó en este caso entre los médicos y los cirujanos. Se observó que la mayoría de los médicos escribían de forma clara y eran los cirujanos los que presentaban una letra con peor legibilidad.
Pero quizás la pregunta adecuada no sea si los médicos escriben peor, si no si todos en general escribimos de forma legible. Recuerdo que cuando hacía la carrera miraba con pavor los apuntes que me ofrecían algunas personas bienintencionadas (no daré nombres) a las que tenía rechazar (de forma educada, eso sí) aquella piltrafa que ellos llamaban apuntes. No, si acaso ya me preparo lo de hoy con un libro, no te preocupes, solía decir.
En uno de los artículos mencionados, se observó que en una puntuación de legibilidad de 1 a 13, la media de la población se encuentra en un 7.1, lo que sugiere que hay gente que escribe muy claramente, pero mucha otra que lo hace realmente mal y, entre ellos, algunos que se dedican a la medicina.
¿La solución? Simple: recetas mecanografiadas, para que no haya problemas. Un trabajo reciente en EEUU ha mostrado que se cometen hasta 7 veces menos errores cuando se usan recetas mecanografiadas en lugar de escritas a mano.
Foto: limeryk
Fuente(s): cerebrodarwin.blogspot.com
El Instituto de Medicina de EEUU estimó en 7000 las muertes anuales causadas por recetas escritas chapuceramente por médicos, y es posible que en torno a 1,5 millones de recetas en EEUU sean mal interpretadas por esta misma razón. Tanto es así que en 1999 un jurado de Texas condenó a un cardiólogo a pagar una multa de 225000 dólares por la muerte de un paciente al que recetó un fármaco para el dolor de corazón (Isordil) y que el farmacéutico que expidió el fármaco interpretó como un fármaco utilizado para tratar la presión alta (Plendil). Finalmente también se condenó con la misma pena al farmacéutico que vendió el fármaco al paciente.
Pero antes de asumir la afirmación deberíamos preguntarnos: ¿es objetivamente peor la letra de los médicos que la del resto de bípedos implumes? Algunos trabajos (malillos, eso sí) han estudiado esta idea. Dos trabajos publicados en la revista BMJ mostraron resultados opuestos. En uno de ellos, posiblemente mejor diseñado, se pedía a varios médicos y no-médicos que escribiesen una frase (Quality improvement is the best thing since sliced bread) tan rápido como pudiesen, para que la situación se asemejase a las condiciones normales en una consulta diaria.
Cuatro individuos se encargaron de clasificar la letra de los distintos papelitos que escribieron los participantes empleando una escala de A a D, donde A era ilegible y D excelente. El resultado fue que los médicos no escribían peor que los no-médicos.
En otro artículo diseñado por autores españoles se empleó este mismo procedimiento pero en este caso se examinaron las notas sobre los casos de pacientes que se encontraban hospitalizados. Se comparó en este caso entre los médicos y los cirujanos. Se observó que la mayoría de los médicos escribían de forma clara y eran los cirujanos los que presentaban una letra con peor legibilidad.
Pero quizás la pregunta adecuada no sea si los médicos escriben peor, si no si todos en general escribimos de forma legible. Recuerdo que cuando hacía la carrera miraba con pavor los apuntes que me ofrecían algunas personas bienintencionadas (no daré nombres) a las que tenía rechazar (de forma educada, eso sí) aquella piltrafa que ellos llamaban apuntes. No, si acaso ya me preparo lo de hoy con un libro, no te preocupes, solía decir.
En uno de los artículos mencionados, se observó que en una puntuación de legibilidad de 1 a 13, la media de la población se encuentra en un 7.1, lo que sugiere que hay gente que escribe muy claramente, pero mucha otra que lo hace realmente mal y, entre ellos, algunos que se dedican a la medicina.
¿La solución? Simple: recetas mecanografiadas, para que no haya problemas. Un trabajo reciente en EEUU ha mostrado que se cometen hasta 7 veces menos errores cuando se usan recetas mecanografiadas en lugar de escritas a mano.
Foto: limeryk
Fuente(s): cerebrodarwin.blogspot.com
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