En el Parque Nacional de Canaima, en el estado de Bolívar, al suroeste de Venezuela, nos podemos encontrar con una de las maravillas más increíbles de la naturaleza, el Salto del Ángel, la cascada más larga del mundo, que desde una altura de más de 900 metros lanza su torrente de agua hacia el vacío. Muchos pensaréis que su nombre pudiera tener relación con alguna criatura celestial, pero os equivocáis, ya que debe su denominación a un ángel más terrenal, de los que llevan alas de acero y el amor por el riesgo en sus venas, el piloto norteamericano Jimmie Angel, apodado el Rey del Cielo, el primero en constatar la existencia y situación exacta de uno de los parajes más hermosos del planeta
Sus primeros años de vida se diluyen en la leyenda, propiciada por él mismo, por lo que es difícil saber que fue cierto y que no, por lo que lo único que se puede dar por verdadero es que James Crawford Angel vino al mundo en un pueblo de Missouri en 1899. Se afirma que con apenas 18 años combatió en la Primera Guerra Mundial como piloto de la Royal Air Force británica, siendo compañero del mítico Roland Garrós y que fue piloto explorador del mismísimo Lawrence de Arabia. Sin embargo otras versiones afirman que fue solamente mecánico durante la guerra y que aprendió a pilotar tras finalizar ésta, cuando tenía ya 21 o 22 años, o por lo menos fue cuando acudió a una escuela para obtener su título oficial de piloto. Sea como fuere, a partir de los años veinte estaba trabajando como piloto autónomo, realizando viajes por el centro y el sur del continente americano. En 1921 se topó en un bar de Panamá con el escocés John McCraken, que le ofreció 5000 dólares por llevarlo hasta una de las gigantescas mesetas denominadas como tepuis en la zona del suroeste de Venezuela conocida como la Gran Sabana. Este es el mismo lugar donde situó Sir Arthur Conan Doyle su Mundo Perdido, historia en la cual sobre una de aquellas abruptas mesetas, probables restos del pretérito continente de Gondwana, habitaban dinosaurios. Pero el Rey del Cielo y McCraken no buscaban monstruos prehistóricos sino un rio lleno de oro. Abordo de su viejo Bristol Piper consiguió llevar al escocés a su destino, atreviéndose a aterrizar sobre la cima del tepui, donde McCraken recogió una buena cantidad de oro antes de despegar nuevamente.
A partir de ese momento Jimmie Angel estuvo obsesionado con localizar de nuevo aquel lugar, lo que le hizo regresar a la zona en numerosas ocasiones. Esta obsesión probablemente fue lo que le costó su matrimonio con Virginia Martin, que prefería que su marido llevará una vida más tranquila en Estados Unidos. Tras sus exploraciones se empezó a convencer que el lugar que buscaba estaba en el Auyantepuy, la Casa o Montaña del Diablo en el lenguaje de los indios Pemon. Y ahí fue donde durante un vuelo en solitario descubrió la gigantesca catarata el 18 de Noviembre de 1933 entre lo que al principio pensó que eran un tepui y luego comprobó que eran dos separados por un estrecho cañón donde se escondía el Salto del Angel. Lamentablemente al ser el único testigo muchos no creyeron que había descubierto lo que los indígenas denominaba en sus leyendas como el Río Padre de todos los Ríos. No sería hasta el 24 de Marzo de 1935 que podría certificar a otras personas su existencia, durante un vuelo patrocinado por la empresa minera Case, Pomeroy and Company.
Pero el descubrimiento de la cascada no apartó de su mente el río de oro de McCraken y convencido como estaba de que Auyantepuy era el lugar, decidió que la única forma de comprobarlo era aterrizar en él. El explorador Gustavo “Cabuya” Heny y el capitán español Felix Cardona Puig habían intentado localizar un ruta por la que ascender a pie hasta la cima, con el soporte aereo de Jimmie Angel, pero no consiguieron descubrir una forma completa de llegar. A Jimmie solo le quedaba una solución. La mañana del 9 de Octubre de 1937 partió en su Flamingo “Rio Caroní” en compañia de su nueva mujer, Marie Sanders, que había conocido tres años atrás, junto con Heny y su ayudante, Miguel Ángel Delgado, mientras que Cardona permaneció en el campamento manteniendo contacto con radio con los expedicionarios. El aterrizaje en principio parecía ir sin problemas, pero de repente las ruedas se rompieron y el avión acabó con el morro enterrado en el barro, el tanque de combustible roto y la radio estropeada.
Los pasajeros salieron indemnes pero estaba claro que no parecía probable que pudieran regresar con el aeroplano. Para más inri, tras dos días de búsqueda Jimmie comprendió que aquel no era el lugar donde había estado 15 años atrás con su amigo escocés y que no había ni rastro de oro. Descorazonados, decidieron que solo había una forma de salir de aquella gigantesca meseta, y era descender a pie. Mientras tanto, Cardona, tras no recibir ninguna comunicación del Flamingo, avisó a un amigo de Heny, el doctor William H. Phelps, que consiguió enviar un avión en su búsqueda, pero debido a la capa de nubes que cubría el tepuy no pudieron localizarlos y los dieron por muertos. Once días después del despegue los esforzados expedicionarios consiguieron regresar sanos y salvos al campamento gracias a la guía de Heny, experimentado en escalada, que pudo encontrar una ruta para descender de la Montaña del Diablo.
Jimmie continuó con sus vuelos por la zona, llevando a expediciones de geólogos y botánicos, hasta que en 1942 el matrimonio Angel abandonó Venezuela. Durante el resto de los años cuarenta vivieron en varios países de centroamérica, hasta que debido a la salud de sus dos hijos, regresaron a Estados Unidos estableciéndose en Oxnard, California, en 1951. Pero Jimmie no abandonó sus vuelos y durante un aterrizaje en Panamá en Abril de 1956, su avión se estrelló, hiriéndose en la cabeza. En principió no pareció nada grave, pero poco después sufrió varios ataques al corazón que le mantuvieron hospitalizado durante ocho meses hasta fallecer el 8 de Diciembre de 1956. Sus cenizas fueron esparcidas por Marie sobre la catarata que lleva su nombre y sobre el avión que permanecía aún en la cima del Auyantepuy. En 1970 el Flamingo fue recuperado y restaurado, y hoy en día se encuentra frente al aeropuerto de Ciudad Bolívar, recordando a este valiente piloto y explorador.
Fuente(s): cornisa.net
Sus primeros años de vida se diluyen en la leyenda, propiciada por él mismo, por lo que es difícil saber que fue cierto y que no, por lo que lo único que se puede dar por verdadero es que James Crawford Angel vino al mundo en un pueblo de Missouri en 1899. Se afirma que con apenas 18 años combatió en la Primera Guerra Mundial como piloto de la Royal Air Force británica, siendo compañero del mítico Roland Garrós y que fue piloto explorador del mismísimo Lawrence de Arabia. Sin embargo otras versiones afirman que fue solamente mecánico durante la guerra y que aprendió a pilotar tras finalizar ésta, cuando tenía ya 21 o 22 años, o por lo menos fue cuando acudió a una escuela para obtener su título oficial de piloto. Sea como fuere, a partir de los años veinte estaba trabajando como piloto autónomo, realizando viajes por el centro y el sur del continente americano. En 1921 se topó en un bar de Panamá con el escocés John McCraken, que le ofreció 5000 dólares por llevarlo hasta una de las gigantescas mesetas denominadas como tepuis en la zona del suroeste de Venezuela conocida como la Gran Sabana. Este es el mismo lugar donde situó Sir Arthur Conan Doyle su Mundo Perdido, historia en la cual sobre una de aquellas abruptas mesetas, probables restos del pretérito continente de Gondwana, habitaban dinosaurios. Pero el Rey del Cielo y McCraken no buscaban monstruos prehistóricos sino un rio lleno de oro. Abordo de su viejo Bristol Piper consiguió llevar al escocés a su destino, atreviéndose a aterrizar sobre la cima del tepui, donde McCraken recogió una buena cantidad de oro antes de despegar nuevamente.
A partir de ese momento Jimmie Angel estuvo obsesionado con localizar de nuevo aquel lugar, lo que le hizo regresar a la zona en numerosas ocasiones. Esta obsesión probablemente fue lo que le costó su matrimonio con Virginia Martin, que prefería que su marido llevará una vida más tranquila en Estados Unidos. Tras sus exploraciones se empezó a convencer que el lugar que buscaba estaba en el Auyantepuy, la Casa o Montaña del Diablo en el lenguaje de los indios Pemon. Y ahí fue donde durante un vuelo en solitario descubrió la gigantesca catarata el 18 de Noviembre de 1933 entre lo que al principio pensó que eran un tepui y luego comprobó que eran dos separados por un estrecho cañón donde se escondía el Salto del Angel. Lamentablemente al ser el único testigo muchos no creyeron que había descubierto lo que los indígenas denominaba en sus leyendas como el Río Padre de todos los Ríos. No sería hasta el 24 de Marzo de 1935 que podría certificar a otras personas su existencia, durante un vuelo patrocinado por la empresa minera Case, Pomeroy and Company.
Pero el descubrimiento de la cascada no apartó de su mente el río de oro de McCraken y convencido como estaba de que Auyantepuy era el lugar, decidió que la única forma de comprobarlo era aterrizar en él. El explorador Gustavo “Cabuya” Heny y el capitán español Felix Cardona Puig habían intentado localizar un ruta por la que ascender a pie hasta la cima, con el soporte aereo de Jimmie Angel, pero no consiguieron descubrir una forma completa de llegar. A Jimmie solo le quedaba una solución. La mañana del 9 de Octubre de 1937 partió en su Flamingo “Rio Caroní” en compañia de su nueva mujer, Marie Sanders, que había conocido tres años atrás, junto con Heny y su ayudante, Miguel Ángel Delgado, mientras que Cardona permaneció en el campamento manteniendo contacto con radio con los expedicionarios. El aterrizaje en principio parecía ir sin problemas, pero de repente las ruedas se rompieron y el avión acabó con el morro enterrado en el barro, el tanque de combustible roto y la radio estropeada.
Los pasajeros salieron indemnes pero estaba claro que no parecía probable que pudieran regresar con el aeroplano. Para más inri, tras dos días de búsqueda Jimmie comprendió que aquel no era el lugar donde había estado 15 años atrás con su amigo escocés y que no había ni rastro de oro. Descorazonados, decidieron que solo había una forma de salir de aquella gigantesca meseta, y era descender a pie. Mientras tanto, Cardona, tras no recibir ninguna comunicación del Flamingo, avisó a un amigo de Heny, el doctor William H. Phelps, que consiguió enviar un avión en su búsqueda, pero debido a la capa de nubes que cubría el tepuy no pudieron localizarlos y los dieron por muertos. Once días después del despegue los esforzados expedicionarios consiguieron regresar sanos y salvos al campamento gracias a la guía de Heny, experimentado en escalada, que pudo encontrar una ruta para descender de la Montaña del Diablo.
Jimmie continuó con sus vuelos por la zona, llevando a expediciones de geólogos y botánicos, hasta que en 1942 el matrimonio Angel abandonó Venezuela. Durante el resto de los años cuarenta vivieron en varios países de centroamérica, hasta que debido a la salud de sus dos hijos, regresaron a Estados Unidos estableciéndose en Oxnard, California, en 1951. Pero Jimmie no abandonó sus vuelos y durante un aterrizaje en Panamá en Abril de 1956, su avión se estrelló, hiriéndose en la cabeza. En principió no pareció nada grave, pero poco después sufrió varios ataques al corazón que le mantuvieron hospitalizado durante ocho meses hasta fallecer el 8 de Diciembre de 1956. Sus cenizas fueron esparcidas por Marie sobre la catarata que lleva su nombre y sobre el avión que permanecía aún en la cima del Auyantepuy. En 1970 el Flamingo fue recuperado y restaurado, y hoy en día se encuentra frente al aeropuerto de Ciudad Bolívar, recordando a este valiente piloto y explorador.
Fuente(s): cornisa.net
Comentarios
Publicar un comentario